viernes, 28 de noviembre de 2008

"Harry Potter y la Órden del Fénix"



La nueva y quinta película de la exitosa serie “Harry Potter” defrauda a propios y extraños al brindarnos un producto tan inconcluso que nos llena de dudas de cara al futuro ¿fin? de la historia.


por Alejandro Fernández


Si bien uno está acostumbrado a que los filmes basados en sagas escritas, tal como lo remarcan los viejos guiones cinéfilos, no se adecuen fielmente a sus respectivas historias, no deja de sorprendernos el hecho de que, apremiados por la sed del lucro inmediato, los productores de la renombrada “Warner Bros." hayan permitido que salga a la luz este film donde nada termina de encajar y donde el espectador queda inmerso en un mar de dudas a tan solo diez minutos del inicio del mismo.

Es necesario aclarar el hecho de que, seguramente, este fue el primero de los cinco capítulos donde un público común y corriente, sin estar sumergido en el mundo mágico de estos atrayentes libros, no logra seguir al pie de la letra la historia, debido a que los constantes (e irritantes) saltos de escena no hacen más que enredar una y otra vez una trama que, ya de por sí, está bastante “apretujada” en tan solo 138 minutos de rodaje.

Es increíble entonces que con tan solo 3 títulos más por delante, acercándose a lo que bien podría ser el fin de esta afamada y criticada serie, el equipo responsable de esta tira haya sido incapaz de reconocer que el apartado final no es más que un rejunte de actos y pequeñas historias que se dan en un marco mágico, que brilla, no por sus realces de gloria y arraigo, sino por la ausencia de una linealidad que ayude al espectador a no sentirse confundido por desacoples tan profundos que nos hacen pensar si no estaremos viendo el trailer en vez de la película en sí.

Pero las desavenencias no solo se dan en el desarrollo de la trama, sino que también en su proyección y construcción, donde llama la atención cómo Harry Potter (Daniel Radcliffe) se roba toda las cámaras y, constantemente, es el eje de las acciones premeditadas de los demás. De esto podría hacerse un superficial análisis al reconocer en mis palabras una obviedad tan simple como lo es que Harry es “él” personaje principal. Pero esta vez asombra el hecho de que sus co-equipers Hermione Granger (Emma Watson) y Ron Weasley (Rupert Grint) tengan papeles que casi rozan en lo ínfimo, donde parece que el director David Yates se preocupó más por mostrarlos como “atractivos adolescentes” que como actores en sí.

Como si esto no fuese poco, la actuación de la maestra Dolores Umbridge (Imelda Staunton) no llega a superar las expectativas que se tenía en ella y su desempeño deja mucho que desear, como si nunca llegase a completar lo que realmente se propone, algo que me lleva a preguntar: ¿Era realmente Imelda la más capacitada para este papel?. Quisiera dejar en claro que, bajo ningún tipo de vista critico las estupenda dotes de la actriz nacida en Londres, pero, así como sonsaqué esto, me da curiosidad otro interrogante: ¿Esta representación de la profesora Umbridge no habrá sido una especie de “regalo” por el Oscar que no se le otorgó a Staunton por su soberbio desempeño en la homérica “El Secreto de Vera Drake”? Me parece que, una vez en rodaje la película, tendrán la respuesta muy clara.

De aquí en más, solo nos queda realizarnos más preguntas: ¿Serán tan mediocres como esta las 3 últimas partes de la historia?, o, mejor dicho, ¿Se animará “Warner Bros." a matar a la “gallina de los huevos de oro”?. La decisión de acabar o no esta fantástica saga es la “Dama Dorada” Joanne Kathleen Rowling, pero yo solo les recuerdo algo que, seguramente, a muchos se le habrá pasado por alto : no sería la primera (ni la última) vez que desquiciados productores pasan por alto la magnifica y construida concepción de una historia para hacer sus propias (y lamentables) continuaciones. Cito entonces un claro ejemplo de esto en la modernidad: lo ocurrido con la exultante “Parque Jurásico”, donde (mis disculpas anticipadas para quien esté leyendo en este mismo instante el libro original) Ian Malcolm y John Hammond mueren tras la tragedia desatada en Costa Rica, y la isla desaparece con todos los dinosaurios en ella.

Vaya sorpresa, cuatro años más tarde, Steven Spielberg decide romper los moldes y vuelve a la carga con la paupérrima y lamentable continuación de la misma que, como si no fuese poco, se alarga en una aún más despreciable tercera parte, casi insultando a la magnifica obra del ya fallecido maestro Michael Crichton.

Con estos lúgubres antecedentes (a los cuales no me alcanzarían las manos para enumerar) como ejemplo, los amantes del Séptimo Arte deberemos rezar para que, de una buena y bendita vez, una historia termine como debiera terminar : con la fidelidad destinada hacia los espectadores... y no hacia los repletos bolsillos de los burócratas hollywoodenses.